26.4.08

Habia pasado apenas dos años, era la víspera de su boda.
Acababa de encontrarse con ella por una estrecha calle de Madrid.
Se sorprendió tanto que no tuvo tiempo a reaccionar y aceptó tomar un café con ella.
Al principio hablaron de banalidades, ella sabía que se casaba al día siguiente.
De repente hubo un silencio.
Él estaba mirando el reloj cada dos por tres, removiendo el cafe, evitando mirarla de frente.
Ella estaba quieta, con los ojos clavados en él, esbozando una media sonrisa que transmitia más tristeza que felicidad.
De repente, ella habló.
- No era miedo por ti ni por mi.
Él por fin tuvo el valor de mirarle a los ojos.
- No era ese miedo. Era miedo por ÉL.
- ¿ÉL?
- Al final yo tenia razón.
Él no comprendía nada.
- ¿No te diste cuenta de que hubiera dado todo por ti?
Qué te di lo más preciado que tenía. ÉL.
- No fue mi intención.
- Siempre dices lo mismo, pero nunca entenderás lo que me jugué y perdí cuando dejé que me besaras. El daño que dejé que me hicieras y que aun sigue aqui, nunca lo entenderás por que nunca podré hacerte lo que tu me hiciste, por que nunca fui tan importante en tu vida cómo tu lo has sido en la mía.
- Tampoco fue para tanto.
- ¡Ves! jamás lo entenderás. Y ahora, no puedo hacer nada, por que no me queda nada que ofrecer, tu te lo llevaste y lo perdiste.
- Eres una exagerada.
- Lo que tu digas.
Se levanta, deja cinco euros encima de la mesa y se marcha. Antes de salir le susurra.
- Feliz boda, espero con impaciencia que algún dia me devuelvas mi corazón.

14.4.08


Puede que mi sonrisa no sea tan permanente como antes
Es posible que algo se haya roto en mi mundo interior ;)
No se que es, o no quiero saberlo.
Puede que este al otro lado del río...


o puede también que sean los "Willy Fog"



foto: río Duero, San Esteban de Gormaz, Soria

3.4.08

Siempre reservaba la habitación del último piso. La que tenia aquella terraza enorme con vistas a toda la ciudad. Le gustaba asomarse a todas horas, por el día para ver a las personas pasar y de noche para dejarse iluminar por la luz de la ciudad.
Siempre era esa habitación. Si no la tenian disponible retrasaba o adelantaba su viaje, pero tenia que ser esa habitación, con esa terraza y con esas vistas.
Iba muy a menudo, tanto que el portero del hotel le preguntó que por que no se mudaba a la ciudad. Él simplemente se llevó la mano al corazón y sonrió.
Pero aquel viaje era especial.
De nuevo, en "su" habitación, con "su" terraza.
Cuando el portero le vio entrar sabia que algo no iba bien.
Cuando oyó el golpe seco contra el coche que acababa justo de aparcar delante, no lo dudo un instante.
Su mano ya no encontraba corazón.