14.7.07

Salitre

Se llamaba Quique, aunque no le seguía un González y dudaba de que supiera tocar la guitarra, si quiera apenas coger una armónica, pero le bastó con que al decírselo tararease salitre para ella sin oído alguno. El esfuerzo mereció su recompensa, pensó.

- Tienes unos ojos muy bonitos y una sonrisa preciosa.

- No hace falta que mientas, ya me estoy yendo contigo.

Estaba sola en el banco, la gente pasaba sin parar con el ciego de la noche y él no podia dejar de mirar sus enormes ojos. Estaba hipnotizado. Se sentó a su lado y le hizo tararear una canción. De repente ella se levantó agarrándole la mano y dejándose guiar. En ese momento le rozó el alma.

1 comentario:

grande dijo...

GRANDE