3.4.08

Siempre reservaba la habitación del último piso. La que tenia aquella terraza enorme con vistas a toda la ciudad. Le gustaba asomarse a todas horas, por el día para ver a las personas pasar y de noche para dejarse iluminar por la luz de la ciudad.
Siempre era esa habitación. Si no la tenian disponible retrasaba o adelantaba su viaje, pero tenia que ser esa habitación, con esa terraza y con esas vistas.
Iba muy a menudo, tanto que el portero del hotel le preguntó que por que no se mudaba a la ciudad. Él simplemente se llevó la mano al corazón y sonrió.
Pero aquel viaje era especial.
De nuevo, en "su" habitación, con "su" terraza.
Cuando el portero le vio entrar sabia que algo no iba bien.
Cuando oyó el golpe seco contra el coche que acababa justo de aparcar delante, no lo dudo un instante.
Su mano ya no encontraba corazón.

2 comentarios:

samsa777 dijo...

Buffff... ¡genial! Qué duro.

Superpava dijo...

Ay la mar! Al menos acabó sus días en su lugar... Otros no tienen la oportunidad de elegir...
Besucos mil!